martes, 13 de mayo de 2025

DOMINGO QUINTO DE PASCUA (ciclo C)

 EN ESTO CONOCERÁN QUE SOIS MIS DISCÍPULOS

COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

    Hay una conocida canción de misa “Iglesia Peregrina” que dice en una de sus estrofas “somos un pueblo que en la Pascua nació”. Es una gran verdad: la Iglesia nace de la Pascua de Cristo. Antes ya había discípulos y apóstoles, los escogidos y llamados por Jesús; pero se limitaban a seguirle, a escucharle, a veces hasta sin entenderle del todo.

    Pero es en la Pascua, con las experiencias de encontrarse con el Señor resucitado y vivo, y en Pentecostés, con el fuego del Espíritu Santo que reciben, como pasan de ser discípulos a ser la Iglesia de Jesucristo.

    Porque entonces se dan cuenta de que el Señor les ha confiado una misión que deben cumplir. La misión es adelantar el Reino de Dios en este mundo, ir transformándolo según su plan de salvación, hasta que él vuelva y lleve todos esos esfuerzos a su plenitud y consumación. La Iglesia existe para este tiempo: el que va entre la Pascua y la segunda venida, en gloria de Cristo.

    La segunda lectura, del libro del Apocalipsis, nos sitúa ante la revelación de esos acontecimientos últimos que estamos esperando: un cielo nuevo y una tierra nueva en la que todo lo que daña a los hijos de Dios ya no tiene cabida. En ellos ya no hay muerte, duelo, llanto ni dolor. Es una nueva Jerusalén engalanada, que resplandece, pero no por el brillo de oros o piedras preciosas, sino por la belleza del amor que en ella se vive. Es la belleza de una esposa que ama profundamente y con sinceridad.

    En esta realidad nueva ya no es necesario creer, porque Dios vive con los hombres, es su Dios, un amigo, un Padre… lo es todo.

    ¡Qué maravilla, pero la realidad que vivimos no es así! Desde luego que no lo es, en este mundo que vivimos el mal es muy fuerte, el pecado y la muerte hacen estragos.

    Este mundo no se puede alcanzar aquí, es necesario para ello pasar por una gran crisis, por una fuerte transformación de todo, “el primer cielo y la primera tierra desaparecen”.

    Pero sí que se puede adelantar viviendo según la Palabra de Jesús. Mientras pedimos con el Padre Nuestro “Venga a nosotros tu Reino”, tratamos de dejar que Dios reine ya en nuestras vidas viviendo al estilo de Jesús. Por eso el evangelio de hoy nos recuerda que el mandamiento nuevo del amor fraterno –Amaos como yo os je amado- es la norma de conducta en la comunidad cristiana. Porque los discípulos de Cristo, su Iglesia, tenemos que vivir ya en este mundo como ciudadanos del cielo, aunque aún no lo hayamos alcanzado. De esa forma muchos podrán interrogarse y descubrir, junto a nosotros y detrás de nosotros a Jesús.

    El papa León nos invitaba en su primer saludo a vivir de esta manera la fe, sin miedo, sabiendo que somos sal y luz para este mundo: Dios nos quiere, Dios los ama a todos, ¡y el mal no prevalecerá! Todos estamos en manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayúdenos también ustedes, y ayúdense unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro.

    Tenemos que estar convencidos para poder ser convincentes. Tenemos que vivir de otra manera para transformar el mundo y abrir paso, adelantar, el reinado de Dios que algún día será pleno.

 


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