viernes, 20 de enero de 2023

DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

 ACRECISTE LA ALEGRÍA, AUMENTASTE EL GOZO


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

En este domingo tercero del tiempo ordinario, que estamos celebrando, la Iglesia celebra,  desde el año 2019, el Domingo de la Palabra de Dios. Es verdad que todos los domingos son domingos de la Palabra, porque es cuando el Señor Resucitado nos convoca, a todos sus amigos y discípulos, para alimentar nuestra fe con su Palabra y con su Cuerpo. Hay una expresión muy bonita que dice así: en la Eucaristía nos sentamos en torno a dos mesas de las que nos alimentamos: la de la Palabra y la del Pan de la Vida.

Pero si el Papa Francisco pidió que tuviésemos un domingo especialmente dedicado a la Palabra es porque necesitamos caer en la cuenta de la importancia que tiene para nosotros ser verdaderos oyentes de la Palabra. No basta con estar en misa, o en la celebración dominical en ausencia de sacerdote, y escuchar de fondo las lecturas del día mientras pensamos en otra cosa…

Repetimos mecánicamente “Te alabamos Señor” cuando el lector dice “Palabra de Dios”. Pero, ¿he dejado que esa Palabra de Dios, como palabra viva que es, entre de verdad en mi mente y en mi corazón? ¿La he prestado la atención que se merece? Porque si no lo hago, sería como la siembra infructuosa de la mejor semilla que no encuentra tierra buena en la que germinar, se queda caída al borde del camino en tierra dura y seca.

El evangelio que hemos escuchado nos presenta los comienzos de la vida pública de Jesucristo, después del testimonio que nos dio Juan Bautista sobre él en el domingo pasado. No elige un lugar fácil para comenzar la misión, sino Galilea, la que llamaban despectivamente los judíos más selectos como “la Galilea de los gentiles”. Allí se mezclaban religiones e ideas en confusión, costumbres, supersticiones y también corrupciones morales.

Es precisamente donde quiere comenzar Jesús su misión, con una predicación muy sencilla y parecida a la del Bautista: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Convertíos, cambiad vuestro corazón, aceptad de una vez que necesitáis el perdón y la luz de Dios para ser felices.

Muchos no hubieran querido predicar en la pagana Galilea de los gentiles, pero Jesús ve en ella a muchos hombres y mujeres que caminan en tinieblas y necesitan luz, a muchos que viven en desesperanza y muerte y necesitan que se les anuncie una Buena Noticia liberadora.

Igual que hoy… muchos católicos terminamos creyendo que el mensaje de la fe no lo va a escuchar nadie, que no lo quieren, que ya no lo reciben, y dejamos de anunciarlo. Y, por culpa de nuestros miedos, muchas personas que lo necesitan, aunque no lo sepan, no lo oyen y se quedan en su tristeza, desesperación y tiniebla.

Jesús quiere contar, desde el principio de su misión, con colaboradores: llama a los pescadores y les pide ser, con él, pescadores de hombres, testigos, anunciadores, misioneros.

No pensemos que esta llamada es solo para unos pocos. Es para cada uno de nosotros, invitados a ser, donde estemos, sembradores de la Palabra que trae la Buena Noticia. El lema de este Domingo de la Palabra del 2023 nos lo dice bien claro: Proclamadores de la Palabra. Eso somos nosotros.

Para dar un testimonio convincente debemos superar divisiones, estar unidos. Se lo pide el apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto: “Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya división entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir”:

¿Por qué nos fijamos más en lo que nos separa, en las diferencias del otro, que en lo que nos une? Esto nos pasa, tantas veces, en lo social, en lo político y hasta, peor aún, en la Iglesia. De aquí vienen las diferencias y enfrentamientos que nos han separado, a lo largo de los siglos, a los cristianos.

Esta semana estamos rezando por la unidad de los cristianos, para que lleguemos a ser un solo pueblo los que creemos en él. Tengamos presente esta intención y comprometámonos a ser constructores de puentes y de unidad.

 

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