VUESTRA VOCACIÓN ES LA LIBERTAD
Podemos resumir diciendo que hoy la
Palabra de Dios nos habla de la libertad. La libertad es esa gran cualidad que
nos identifica como seres humanos, el don más precioso cuando se pierde, del
que mucho hablamos y, por tanto hablar de él, abusamos y malinterpretamos.
La libertad es imprescindible para la
fe y, consecuentemente, para el discipulado. Jesús no obliga a nadie a
seguirle, no impone ni aplasta; llama, espera y respeta. No quiere discípulos
ni apóstoles a la fuerza. Cuando la Iglesia, siglos atrás, ha pensado que podía
hacer cristianos a la fuerza, porque así se salvarían, aunque no quisieran, se
equivocó gravemente y actuó contra el espíritu auténtico del Evangelio.
Si preguntamos a cualquiera por la
calle “¿Tú eres libre?”, prácticamente la respuesta de todos será: “Por
supuesto que soy libre, puedo ir y venir a donde quiera, y emplear mi tiempo
como me parezca”. Pero, profundizando un poco más… ¿de verdad somos tan libres
como decimos serlo? Porque la libertad es más que poder ir y venir; es la
ausencia de las ataduras que nos impiden elegir lo mejor, lo que nos hace más
humanos, lo que nos plenifica… y esas ataduras no están siempre afuera, las
podemos llevar bien arraigadas dentro.
La Palabra de Dios de este domingo
nos presenta en la primera lectura, tomada del Antiguo Testamento, a Elías el
profeta y a un hebreo llamado Eliseo. Elías va a al encuentro de Eliseo y lo
encuentra labrando sus grandes campos con un poderoso y abundante número de
bueyes. Hoy ya no se cultiva así, pero, para nosotros, es una imagen que sigue
valiendo: Eliseo es rico, es poderoso en bienes, pero va por el surco... y no
puede salirse de él.
Hace lo que se espera de un hombre de
su condición y riqueza. ¿Eliseo conduce los bueyes o los bueyes llevan a Eliseo
por el surco? Iría pensando, mientras araba, en cuanto trabajo le quedaba, en
la próxima cosecha, en cómo almacenarla, a qué precio la vendería, cómo
guardaría los dineros que le producirían…
En definitiva, va por el surco de la
vida, de su vida, metido en sus cosas y sin poder salirse de ellas. Y la
llamada de Dios, por medio del profeta Elías, que le echa el manto encima, lo
descoloca, lo trastorna, lo saca del surco. Cuando Eliseo sacrifica los bueyes
y quema los yugos, está recobrando radicalmente su libertad para empezar a
vivir de otro modo.
Hay muchas personas a las que,
desgraciadamente, les falta el empleo. Y otras, en cambio, que viven para el
trabajo y esto les impide estar con su familia, dedicarse a sus hijos, cuidar a
sus padres, tener tiempo para Dios y para vivir la fe y la solidaridad. Están
en el surco sin salirse de él, arrastrados como Eliseo por sus propios bueyes.
Dice san Pablo en la segunda lectura:
“Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes y
no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Vuestra vocación es la
libertad”.
Jesús quiere para nosotros, sus
amigos y discípulos, una libertad plena. No nos quiere esclavos, sino libres,
esta es nuestra vocación y llamada. Porque sin libertad, exterior e interior,
no se puede responder a su llamada ni se puede trabajar por el Reino de Dios.
Nos puede llamar mucho la atención
cómo responde Jesús a aquellos que quieren seguirle en el evangelio de hoy.
Quieren seguirle, hacerse discípulos suyos, pero están atados. Jesús les pide
que sean libres de todo para seguirle, incluso de lo que más vale para ellos.
Evidentemente que no se trata de
romper los vínculos de la familia, de romper con todo y con todos, porque el
mismo Jesús vivía con las familias y disfrutaba de su amistad y hospitalidad.
Pero sí de reordenar las prioridades, sabiendo que por el bautismo tenemos
también otra familia, la de los hijos de Dios, la comunidad de discípulos, la
Iglesia. Y que la familia de la sangre no debe ser la única que cuidemos y por
la que nos esforcemos, sino también por la familia más amplia de los hijos de
Dios.
Hoy la Palabra de Dios nos pregunta:
¿eres libre con la libertad de un hijo de Dios y de un discípulo de Jesús? ¿Te
atreves a dejar que la llamada de Dios te desinstale, te pida cambiar, te saque
del surco?
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