miércoles, 15 de junio de 2022

DOMINGO DEL CORPUS CHRISTI (ciclo C)

 DADLES VOSOTROS DE COMER


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

    Hoy es el domingo del Corpus Christi, del Cuerpo de Cristo, fiesta que antes se celebraba en jueves como un eco del Jueves Santo en el que el Señor instituyó la Eucaristía.

    Hoy se nos invita a reconocer, a adorar y a agradecer el inmenso regalo de la presencia permanente de Cristo en la Eucaristía, con la que cumple la promesa que nos hizo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

    Es verdad que no es la única presencia del Salvador: también está en la palabra del Evangelio, en la comunidad que se reúne en su nombre, en los pobres y necesitados, en cada uno de nosotros… Pero la presencia de Jesucristo en este sacramento del altar es realmente especial: está con su Cuerpo y con su Sangre, real y verdaderamente, aunque nuestros sentidos solo perciban un poco de pan y un poco de vino. Lo creemos y lo vivimos por la fe. Sabemos que Él no puede engañarnos, y si nos ha dicho “Esto es mi Cuerpo” y “Esta es mi sangre”, es porque realmente lo son.

    La Eucaristía es el mayor tesoro de la Iglesia y la fuente de la que brota todo lo demás que somos y hacemos. Sin Eucaristía no hay Iglesia y, por ello, desde el comienzo las comunidades cristianas se reunieron en el nombre del Señor para repetir los gestos y las palabras de Jesús en la última cena pascual. San Pablo nos lo ha recordado en la segunda lectura de hoy: “El Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomo pan, pronunció la acción de gracias y dijo… y después de cenar tomó el cáliz diciendo…

    Este gesto de amor supremo, hacerse alimento, lo hace antes de ser entregado, antes de dar la vida en la cruz. Toda la vida de Jesús fue una vida de entrega por amor: a los pobres, a los enfermos, a los pecadores, a los desesperados… a todos. Y antes de dar la vida por completo, deja este testamento de amor que es la Eucaristía.

    Y nos encargó: “Haced esto en memoria mía”. Nos pidió que siguiésemos reuniéndonos en su nombre, que fuésemos una comunidad de hermanos que se quieren y cuidan, sirviendo de sal y de luz para el mundo. Y que partamos el pan y repartamos el vino, que son su Cuerpo y su Sangre. Al recibirle a él en la comunión, nos comprometemos a vivir como Él, a darnos a los demás como él lo hizo y lo hace.

    Y esta es la segunda parte del mensaje del domingo del Corpus. La eucaristía no es una presencia de Cristo para disfrutar aisladamente, sino como Iglesia, y, mucho menos aún, para disfrutar con indiferencia. Porque comulgar con Jesús exige compartir su modo de vivir. El evangelista Lucas nos lo enseña con el evangelio que acabamos de escuchar: el relato de la multiplicación de los panes. Aunque no se refiera directamente a la Eucaristía, está en relación directa con esta.

    La gente se agolpa alrededor de Jesús y a este le conmueve ver tanto sufrimiento y necesidad en ellos. Les enseña con paciencia, les cura de sus enfermedades, les libera de sus ataduras. Cuando llega la hora de comer, los discípulos quieren quitarse el problema de encima: que les despida y vayan a buscar de comer.

    Pero Jesús no les deja permanecer ajenos al problema del hambre de la gente; al contrario, les compromete: “Dadles vosotros de comer”. Los apóstoles tienen que reunirles, hacer una comunidad de aquella masa desperdigada y, cuando están reunidos, con lo poco que tiene cada uno se obra un gran milagro: hay para todos y hasta de sobra.

    ¡Qué gran lección para nosotros! Sabemos que hay millones de personas que mueren de hambre, pero, como los apóstoles, queremos eludir el problema: Que les den otros de comer…

    Muchos pocos harían mucho y, con muchos dispuestos a compartir, nadie moriría de hambre en un mundo que produce lo necesario para todos y hasta de sobra…

    La Eucaristía lleva a la generosidad del compartir: aceptar y recibir al Señor que se da como pan y vino para darnos vida, compromete a que no falte el pan en la mesa de nadie. Las palabras de Jesucristo resuenan en cada Misa: Yo soy el Pan de la Vida… dadles vosotros de comer.

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