¿AÚN NO TENÉIS FE?
COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA
En
las lecturas de este domingo aparece el mar, tanto en la primera lectura como
en el evangelio. El mar, para los hebreos, simbolizaba las fuerzas más
poderosas y aterradoras que el hombre no podía controlar; en el mar las fuerzas
del hombre son nada. Sólo Dios, por ser su creador, puede dominarlo.
A
Job, que disputaba con Yahvé Dios porque quería saber cuál era el sentido de
sus sufrimientos, se le invita a mirar el mar con sus tormentas, su inmensidad
y su fuerza. ¿Quién lo conoce y lo domina, sino su Creador? Se le invita a
pensar en el mar y, contemplando su fuerza y todas las demás manifestaciones de
la naturaleza, termina asumiendo que no puede comprender a Dios como a una
criatura o a una cosa: Dios es mucho más de lo que podemos conocer de él,
siempre desborda nuestro pobre entendimiento.
Hay
muchas cosas que no podemos entender y que debemos asumir que no podremos
entender del todo, por más vueltas que le demos. El mundo actual nos dice que
podemos conocer y dominar todo, pero la revelación nos dice algo que no debemos
olvidar: somos criaturas limitadas y sólo Dios es Dios. La historia de Job nos
lo recuerda, porque Job es cualquier ser humano cuando se hace preguntas,
algunas de ellas sin respuesta posible, y se encara con Dios.
Lo
que sí podemos saber de Dios es que actúa en favor nuestro, que está ahí para
calmar las tormentas del mal cuando le pedimos que nos ayude. Es la experiencia
que refleja el salmo de ser salvados cuando es más necesario: “gritaron al
Señor en su angustia y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en
suave brisa y enmudecieron las olas del mar”.
A
veces podemos dudar de que Dios actúe así en favor nuestro cuando más le
necesitamos. Lo dudaron también los discípulos, que veían a Jesús dormido
mientras la tormenta amenazaba con hundir la pobre barca en la que viajaban. Y
se lo reprochan: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”.
Jesús
duerme con paz porque está convencido totalmente de que su vida está en las
manos del Padre Dios. Los
discípulos no lo tienen claro y por eso están muertos de miedo y llenos de
dudas. Nos recuerdan a nosotros cuando las noticias nos llenan de inseguridad,
nos quitan la paz, enrarecen nuestras relaciones…
Jesús
calma la tormenta y les salva, pero se siente dolido por su cobardía y falta de
fe, aun teniéndole a su lado: ¿Aún no tenéis fe?, ¿No sabéis que todo lo que os
sucede es para vuestro bien y que hasta los cabellos de vuestra cabeza tenéis
contados, sin que nadie pueda añadir ni un solo día a su vida?
¿Quién
de nosotros no ha experimentado alguna vez en su vida algo así y ha dudado
también? Pidamos al Señor en este domingo que nos aumente la fe, que más que
ser la aceptación de una serie de verdades o el ejercicio de un culto, es una
actitud de confianza permanente en Dios, sabiendo que nuestra vida siempre está
y siempre estará en sus manos.
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