martes, 14 de noviembre de 2023

DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

 SIERVO BUENO Y FIEL EN LO POCO


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

Las parábolas de Jesús muchas veces nos desconciertan, pero siempre nos mueven y remueven para nuestro bien, ayudándonos a avanzar en el camino de la fe. La que nos presenta el evangelio este domingo tenemos que entenderla en relación con la del domingo pasado, aquella de las diez vírgenes que esperan al esposo para entrar a celebrar el banquete.

Aquí el que tarda en llegar no es el esposo, sino el señor que ha confiado su hacienda a sus tres criados. Solamente este hecho ya resulta muy significativo: toda su hacienda, un gran tesoro, se la deja a sus criados porque confía plenamente en ellos. Confía en todos, aunque también sabe de las capacidades de cada uno, porque les conoce bien, y a cada uno le deja lo que puede administrar: cinco, dos o un talento. Hay que tener en cuenta que cada talento era una moneda de gran valor, equivalente a 6.000 jornadas de trabajo. ¡Tanto confía en ellos que se lo deja todo y se marcha!

¿Qué debían hacer los criados con esa fortuna? Dos de ellos lo entendieron bien, custodiarla y hacerla crecer, aunque eso supusiera un riesgo. Es su respuesta de amor a tanta confianza como el señor pone en ellos.

En cambio, el tercero, paralizado por el miedo o quizás llevado por la indolencia y la pereza de creer que el señor nunca regresaría, simplemente lo enterró. Si algún día el señor volvía, allí seguiría intacto el tesoro.

Cuando vuelve inesperadamente el amo de la fortuna, tan inesperadamente como el esposo que llega en la medianoche, los dos criados hacendosos reciben muchos elogios y pasan al gozo de su señor, al banquete de fiesta. El criado perezoso y miedoso recibe palabras muy duras, es expulsado y destituido porque no ha sido fiel en la tarea encomendada.

Es importante fijarse en que el señor no esperaba una cifra concreta, no pedía números concretos, pero sí esperaba que cada uno hubiese empleado bien lo que le fue confiado.

La parábola se entiende bien y nos la aplicamos aún mejor: Dios nos ha dado a todos dones, talentos y cualidades. Nadie puede decir que no los ha recibido, unos tendrán cinco, otros dos, otros uno, pero todos los tenemos. Y, con confianza, nos da todo el tiempo de la vida para que los hagamos fructificar; no nos exige llevarlos a un rendimiento o a otro, pero sí espera que seamos fieles en ese poco confiado y que se lo podamos devolver acrecentado cuando nos presentemos en su presencia.

Si el domingo pasado nos pedía que tuviéramos encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y del amor para entrar al banquete nupcial con ellas, en este domingo nos pregunta: ¿Qué estás haciendo en este momento con los talentos que te confié? Porque nunca es tarde para que los hagamos fructificar, por sencillos y pocos que sean.

¿Quién no tiene la capacidad de echar una mano al que tiene cerca, de dar una palabra de aliento al abatido, un buen consejo al extraviado, un abrazo o una sonrisa al triste? Nadie es tan pobre que no pueda hacer algo bueno por los demás…

La mujer hacendosa y fuerte del libro de los Proverbios, que aparece en la primera lectura, está en contraposición con el criado miedoso y vago, que prefiere tener enterrado lo que se le ha confiado.

San Pablo nos anima a despertar porque el día del Señor llega sin avisar, como llega el ladrón en plena noche. Estemos en vela, vivamos sobriamente, que quiere decir con sencillez, como hijos de la luz que iluminan a los que tienen cerca con la luz de la fe y del amor.

Todos hemos recibido muchas bendiciones de Dios y con esas bendiciones está también la responsabilidad de no enterrarlas por miedo o por vagancia, sino de emplearlas bien como buenos administradores siempre preparados para rendir cuentas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (ciclo C)

 MARÍA HA ESCOGIDO LA MEJOR PARTE COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA      El verano suele ser, para la mayoría de nosotros, un tiempo dist...