Con una notable asistencia de fieles y la presencia del Alcalde del municipio, acompañado de dos concejales, y del presidente de la Junta Vecinal, el pueblo de Robledo vivió el 16 de agosto la fiesta de San Roque. Después de procesionar la imagen del santo, se celebró la Santa Misa en el templo con toda solemnidad y participación.
HOMILÍA DE LA MISA
Sr. alcalde y concejales, Sr. presidente de la Junta Vecinal, amigos y hermanos todos:
Demos
gracias a Dios que nos permite celebrar esta fiesta de nuestro venerado San
Roque en comunidad, con convivencia y alegría. Durante los dos años tan
difíciles de la pandemia covid fueron muchos los que se acordaron de san Roque
y pidieron su intercesión como protector contra las pestes, que le ha hecho ser
tan querido por el pueblo cristiano en tantísimos lugares.
Parece
que, gracias a Dios, y al esfuerzo y la conciencia de muchos, esta situación ha
remitido y podemos convivir con normalidad. Demos gracias a Dios por ello y a
san Roque en lo que también haya contribuido.
La
experiencia que hemos vivido debería habernos vuelto a todos más humildes y
sencillos. Nos creemos ilimitados, hacemos y deshacemos, vamos y venimos, como
si nuestra vida dependiese de nosotros. Y, de pronto, aquello que nadie
podíamos haber imaginado, que nos parecía el argumento de una película
fantasiosa, ocurrió… y, de golpe, caímos en la cuenta de que no somos tan
fuertes ni tan libres, ni tan autónomos, como imaginamos ser. Que la vida del
hombre, como dice un salmo, es la hierba del campo, por el día florece y por la
noche se siega y la secan.
San
Roque es objeto de una gran devoción popular, aunque históricamente es poco
conocido. En su vida resulta difícil separar lo cierto de lo añadido por la
tradición y la leyenda. Sí sabemos cierto que nació en 1300 en el seno de una
noble familia de Montpellier (Francia). Siendo muy joven se quedó huérfano de
padre y madre, y quedó bajo la tutela de un tío suyo.
En
plena juventud, Roque, estimulado por el ejemplo de los santos y por las
palabras del Evangelio que lee y medita con asiduidad, vende todas sus
posesiones y entrega su futuro a Cristo. Habiendo tenido noticia de que Roma
sufre la más terrible peste, se encamina a la Ciudad Eterna. Por el camino
tropieza con la epidemia y comienza su admirable labor curativa.
Al
llegar a Roma despliega una actividad prodigiosa; su caridad no encuentra
límites para curar, consolar y elevar el ánimo de todos los afectados por la
calamidad. Su labor roza lo milagroso, provocando la admiración y devoción de
las gentes.
En
la ciudad de Piacenza sufre contagio de la peste. Y es entonces cuando le
desprecian y le dejan solo, e incluso se le expulsa del hospital y de la
ciudad. En un bosque construye una mísera cabaña donde espera la muerte con el
alma en paz. Pero Dios no le abandona y recompensa su amor generoso hacia los
enfermos. Todos los días un perro le lleva en la boca un panecillo y le lame
las llagas, como aparece en las representaciones del santo.
Curado
de la enfermedad, y cuando se dirige a su patria, fallece. Para unos autores
este hecho sucede en Angera (Italia) y, para otros, en su ciudad natal.
Para
san Roque la situación de la peste que vivió en su tiempo y que experimentó
dolorosamente en su propia persona, fue fuente de crecimiento espiritual. Para
muchos de los que la vivieron en su tiempo, fue fuente de amargura, de
sufrimiento y desesperación vacía. Pero para san Roque, la peste que azotaba el
mundo, le llevó a crecer en la fe, en la esperanza y en la caridad.
El
Papa Francisco dedicó las catequesis de las audiencias del 5 de agosto del 2020
al 23 de septiembre a reflexionar desde la fe sobre la situación de la pandemia
y cómo sacar de ella conclusiones que mejoren nuestra vida personal y social.
Creo que a todos nos da pereza hablar de este tema, que preferimos no hacerlo y
así dejarlo atrás cuanto antes. Pero sería un error, porque es muy posible que
no sea la última situación así que vivimos y porque, desde la fe, lo que la
Providencia de Dios permite que ocurra, forma parte de la historia de la
salvación que va haciendo con nosotros. Las catequesis son maravillosas,
merecen su lectura y reflexión.
Yo
solo voy a desgranaros tres ideas, aprovechando el paralelismo entre lo que san
Roque vivió en su tiempo y lo que ha vivido nuestro mundo con el Covid-19:
1.
La pandemia ha descubierto nuestras
vulnerabilidades, nos ha manifestado lo frágiles y dependientes que somos. Necesitamos
muchas menos cosas de lo que creemos, pero en cambio nos necesitamos mucho los
unos a los otros. Aquellos que parecía que no contaban socialmente antes de la
llegada del virus, descubrimos que eran realmente los más importantes: los que
producen los alimentos, los que los transportan, los que nos informan, los que
nos curan. En cambio, otros que parecían tan importantes, los deportistas de
élite, los famosos, las estrellas, ¿para qué les necesitamos cuando llegó la
verdadera necesidad?
2.
La pandemia ha puesto de
relieve lo interconectados que estamos todos. Y nos enseñó que, si construimos
una sociedad del individualismo y la indiferencia, terminaremos por sufrir
todos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que
están más afectados, incluso de la creación, no podemos sanar el mundo. El
virus del individualismo entra en las casas, en los pueblos, en las comunidades
parroquiales y es tan dañino como el del covid o la peste. Hay que combatirlo.
3. Es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Pero también tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. La pandemia es una crisis y de las crisis se sale transformado: mejores o peores. No basta con volver a la normalidad si esta incluye la injusticia social y la degradación del planeta, es necesario esforzarse entre todos en dar forma a una realidad nueva y mejor, a un mundo más sano en todos los sentidos. La normalidad a la cual estamos llamados es la del Reino de Dios, donde «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncian a los pobres la Buena Nueva» (Mt 11, 5). Y nadie se hace pasar por tonto mirando a otro lado. Esto es lo que debemos hacer, para cambiar. En la normalidad del Reino de Dios el pan llega a todos y sobra, la organización social se basa en el contribuir, compartir y distribuir, no en el poseer, excluir y acumular
Sigamos celebrando esta fiesta del patrono san Roque. Jesucristo es el verdadero médico de los cuerpos y de las almas, el que sana de verdad y reconstruye. Y en esta Eucaristía Él está con nosotros.
BENDICIÓN DE LA PINTURA DEL BAUTISMO
Al término de la Misa, inauguramos la pintura del Bautismo del Señor que viene a enriquecer nuestro templo, dedicado a san Juan Bautista. Tuvimos la suerte de contar con la explicación de su pintora María Vicente García, que nos explicó las claves de los colores y la composición que había empleado.
Está colocado junto a la pila bautismal de la parroquia, para que quienes lo contemplen puedan revivir y agradecer el don del bautismo cristiano que ha hecho de nosotros hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
Si quieres colaborar con el coste de las pinturas puede ingresar su donativo en:
IBAN:
ES48 0049 5677 4522 1603 2412 (BANCO SANTANDER)
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