Señores concejales del Ayuntamiento de Villaquilambre, Señora presidenta de la Junta Vecinal de Villamoros, vecinos y amigos que nos acompañáis.
Celebramos
con toda alegría y unidad la solemnidad, anticipada, del apóstol Santiago,
patrono de España y patrono de este pueblo de Villamoros, que lo honra cada año
de la mejor manera posible.
El
apóstol Santiago, también llamado Santiago el Mayor, uno de los hijos de
Zebedeo, junto con Juan, fue uno de los Apóstoles más cercano al Señor Jesús.
De hecho,
en los relatos del Evangelio lo encontramos acompañándole, junto con Pedro y su
hermano Juan, en el episodio de la Transfiguración y en la Oración en el huerto
de Getsemaní, dos de los momentos más cruciales en la vida de Jesús: la
Transfiguración porque fue cuando les manifestó lo que hasta entonces estaba
oculto, su condición gloriosa de Hijo de Dios, y la oración del huerto porque
es un momento de intenso sufrimiento en la vida de Jesús, que sabe llegada la
hora de padecer y morir en cruz.
Según la venerable
Tradición, fue el evangelizador de España y por esto lo tenemos como Patrón. En
él se cumplieron las palabras de Pablo que escuchamos en la Segunda Lectura, de
la Carta a los Corintios: “el tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de
barro”.
Santiago,
un simple pescador de Galilea, probablemente sin formación alguna, se convierte
en el apóstol que llega hasta el “fin de la tierra” y en el primero de los Doce
en dar la vida por el Señor. No le detuvo su pequeñez, su incultura, su
incapacidad, más aun, esto se convirtió en su fuerza porque de este modo se
manifestó “que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de
nosotros”.
Las
palabras proféticas de Jesús en el Evangelio que responden a la petición de la
madre de Santiago y Juan, se cumplieron con creces: Santiago bebió el Cáliz de
la pasión del Señor, dio la vida por Él, compartió sus padecimientos, fue
entregado a la muerte, y, por esto, venció: la “vida del Señor se manifestó en
su carne mortal”.
Todos,
pequeños y grandes, sencillos o preparados, estamos llamados desde el bautismo a
esto. A dar testimonio del Evangelio de Jesús, que es la Buena Noticia que
nosotros, nuestro mundo y quienes están a nuestro lado, necesitan, aunque no
sean conscientes de necesitarlo.
A unos nos llamará Dios a dar testimonio desde una vocación de servicio directo a la Iglesia, a otros desde la entrega a la familia, desde el trabajo o desde la jubilación. Pero la fuente de la llamada es siempre la misma: el Bautismo en el que Dios ha puesto su mirada sobre nosotros y nos ha escogido para ser sus hijos e hijas amados.
A
esta fiesta del Apóstol le hemos querido sumar, ya lo hicimos el año pasado, la
Jornada Mundial de los abuelos y los mayores. Es una jornada nueva en la
Iglesia, este es su segundo año, impulsada por el Papa Francisco. Su finalidad
es doble: por un lado, promover que se reconozca en la sociedad y en la
Iglesia, el valor insustituible que tienen las personas mayores. Por otro lado,
haceros conscientes a todos los abuelos y mayores de que tenéis mucho que
aportarnos al resto y que seguís teniendo una misión: nadie puede bajarse de la
barca de la vida en la que vamos todos juntos y nos necesitamos los unos a los
otros.
Para
animar esta celebración ha escrito un mensaje precioso y esperanzador, que
viene muy bien leer y reflexionar, especialmente ahora que vivimos una cultura
del descarte, en la que parece que nos sobra todos los que no sean jóvenes y
exitosos. Luego os la entregaremos para que la podáis leer tranquilamente.
Lleva por título “En la vejez seguirán dando fruto” y quiero destacaros,
solamente, algunas ideas de este mensaje:
La
vejez es una bendición de Dios, no una enfermedad ni una carga pesada. Aunque
traiga sus dificultades, como las trae cada etapa de la vida, puede ser una
etapa muy fecunda, de crecimiento humano y espiritual, en la que se debe seguir
dando frutos. ¡Envejecer no es una condena, sino una bendición!
Es
necesario vivir una ancianidad activa, en lo espiritual y en lo humano, con la
lectura de la Palabra de Dios, los sacramentos, viviendo la fe en comunidad. Y
cultivando relaciones humanas, de familia y amistad, en las que se aporta lo
aprendido en el camino largo de la vida.
La ancianidad es tiempo de seguir dando frutos y la mayor aportación que cree el Papa que debéis dar al mundo es la ternura, a un mundo herido y a tantas personas heridas por decepciones, violencias, cansancios, luchas… Los mayores, dice el Papa, que hemos afinado nuestra sensibilidad cuidando a tantos, “podemos ser maestros de una forma de vivir pacífica y atenta con los más débiles”.
Sigamos
celebrando a nuestro querido Santiago Apóstol. Que él nos de la fortaleza para
vivir a fondo nuestra fe cristiana. Que él ilumine a los mayores para que sean
miembros activos que aportan sabiduría y ternura al resto. Que él ilumine a los
jóvenes para reconocer la bendición que supone tener abuelos y mayores a
nuestro lado.
Que
a todos nos bendiga abundantemente. Así
sea.
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