Buenos días a todos. Representamos al
grupo de Caritas de nuestra Unidad Pastoral, sacerdotes y voluntarios. El
próximo domingo, que se celebra la fiesta del Corpus, es el domingo de la
Eucaristía y de la Caridad, dos realidades que no pueden separarse en la vida
de un cristiano. Es por ello que hoy, como el año pasado, se nos encomienda a
nosotros dirigiros esta breve reflexión, preparada con nuestros sacerdotes, como
ambientación para la Jornada de la Caridad.
Hemos terminado el tiempo de la
Pascua con la celebración de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés y
hemos vuelto de nuevo al llamado tiempo ordinario. La Iglesia celebra
hoy, una vez que Cristo resucitado ha vuelto al Padre y desde allí nos han
mandado al Espíritu Santo, la solemnidad de la Santísima Trinidad. Hoy estamos
invitados en la liturgia dominical a
acercarnos al ser de Dios en el que creemos, que no es un Dios solitario, sino
una familia de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
No conocemos esto por medio de la
reflexión, sino porque Dios se ha manifestado así en toda la historia de la
salvación: como familia y comunión de amor, o sea la Santísima Trinidad. Así
aparece en las lecturas que hoy se han proclamado. En la primera lectura del
libro del Antiguo Testamento de los Proverbios, se nos habla de la creación,
que es obra del Padre; en la segunda
lectura san Pablo entona un canto de alabanza a Dios, nombrando a las tres
divinas Personas, por obra de Cristo estamos reconciliados con el Padre y el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
se nos ha dado. Y en el evangelio según san Juan,
Jesús promete que nos dará desde el Padre el Espíritu de la verdad, que nos comunicará todo y que nos hace
participar del mismo amor que une a Jesús con el Padre.
Podemos pensar que esto es un
misterio, ¡y claro que lo es! Pero si cada uno de nosotros estamos hechos a
imagen y semejanza del Dios Trinidad, que es
amor y comunicación, eso significa que sólo podemos ser felices, y
llevar una vida plena, si realizamos nuestra vocación al amor y a la
comunicación con los demás.
Jesús vino a mostrarnos que el amor
no es una palabra bonita, ni una idea sin más, sino que se ha de concretar en
el servicio a los demás, especialmente a los más necesitados. Este amor real y
concreto de Jesús lo vemos especialmente en la Eucaristía, en la que, por amor
a nosotros, se hace pan y vino, dándonos su Cuerpo y su Sangre.
El mismo Señor que dijo “esto es mi
cuerpo y esta es mi sangre” dijo “cada vez que disteis de comer a estos
pequeños a mi me lo hicisteis”. Por ello el domingo de la Eucaristía es también
el domingo de Caritas, que es el servicio organizado de las parroquias a
quienes tienen más necesidad en nuestro entorno.
Los voluntarios de Caritas no
ayudamos a una decena de familias de nuestros pueblos en nombre propio, sino en
nombre de todos vosotros y gracias a vuestros recursos. Para este domingo
próximo os pedimos la colaboración económica generosa a fin de que podamos
seguir ayudando con vales alimentarios y otro tipo de ayudas, pero os pedimos
también que sintáis Caritas como algo vuestro, y que si alguien siente la
llamada a dar parte de su tiempo para mejorar la vida de los demás, se haga
voluntario con nosotros.
Para terminar, así nos anima nuestro
Obispo a celebrar el Día de la Caridad, en el Corpus Christi: “Nuestro culto a
la Eucaristía, razón primera de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo, es inseparable, por tanto, de la exigencia del amor fraterno, la caridad
como actitud interior y como exigencia práctica y visible”
Muchas gracias por vuestra atención y
colaboración.
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