En el salón del hogar fuimos repasando la marcha de este curso que ha terminado. Los retos son muchos: ¿cómo lograr que las familias sean más corresponsables de la catequesis?, ¿cómo introducir a los niños en el lenguaje de la celebración?, ¿cómo dar continuidad a la catequesis después de las comuniones?
Desde luego los retos son los mismos que tienen las parroquias de nuestro entorno y, al igual que ellas, no tenemos todas las respuestas. Pero juntos le dimos gracias a Dios por lo que Él nos ha permitido realizar, por los momentos buenos y los no tan buenos, por las ilusiones... incluso por los proyectos que quisimos pero no salieron....
Y, sobre todo, gracias por este magnífico equipo de catequistas. Porque ser catequista es un ministerio propio en la vida de la Iglesia; el/la catequista es el transmisor de la fe en nombre de la comunidad cristiana, el que hace resonar (eso significa en griego catequesis) la Palabra de Dios en los niños y jóvenes.
Nos faltan cosas por hacer, hay mucho a mejorar... pero Dios sigue poniendo en nuestros corazones ilusión y alegría evangelizadora. ¡GRACIAS!
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