sábado, 29 de julio de 2023

DOMINGO XVII TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

 EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN TESORO ESCONDIDO


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

¿Cuáles son las realidades más valiosas de la vida humana?, ¿en qué consiste el verdadero tesoro por el que merece la pena hacer cualquier esfuerzo?

La Palabra de Dios de este domingo nos invita a encontrar en ella la respuesta a estas preguntas tan profundas. O, dicho de otro modo, ¿Cuál es el sentido de la vida?

Hay quien dice que no merece la pena gastar tiempo en este tipo de preguntas y reflexiones, que es mejor ir gastando la vida, día tras día, sin pararse mucho a profundizar… por si no nos gusta lo que encontramos.

Pero no es así. La vida necesita un propósito y un sentido.

Muchos sabremos quién era Viktor Frankl, un psiquiatra que estuvo tres años prisionero en Auschwitz y otros campos de concentración nazis. Allí descubrió, pese al horror que le rodeaba, algo muy importante: los prisioneros que sobrevivían eran precisamente los que tenían un propósito profundo para seguir vivos. Los que no lo tenían, se abandonaban y morían antes. Después de ser liberado se dedicó a dar conferencias por el mundo entero para contar su experiencia y lo que descubrió: el hombre necesita un sentido para la vida tanto como necesita aire, agua o alimento.

Esta misma semana había un dato terrible en la prensa: en el periodo del 2019 al 2021 el suicidio ha sido la primera causa de muerte entre los jóvenes españoles entre 12 y 29 años. Por delante de accidentes y enfermedades.

Jesús tenía un propósito firme para su vida y lo llevó adelante con entereza, aunque le supusiera la muerte en cruz: hacer la voluntad del Padre anunciando y realizando el Reino de Dios en este mundo.

No definía el Reino con teorías, sino con parábolas. Qué es el Reino lo descubrimos en su modo de vivir y de actuar: uno deja que Dios reine en su vida cuando tiene a Dios por padre y se siente amado incondicionalmente por Él y tiene a los demás por hermanos, amándolos también incondicionalmente hasta dar la vida por ellos. El que vive así, como Jesús, es porque está en el Reino de Dios, es porque Dios está reinando en su vida.

Jesús nos dice en el evangelio de este domingo que quien ha descubierto lo que supone vivir así, la alegría, la paz, la plenitud que trae vivir así, es como el que encuentra un tesoro escondido en el campo o una perla de valor y rareza extraordinarias. No le importa lo que tenga que hacer para conseguir ese tesoro, porque se ha dado cuenta de que todo lo demás no tiene valor en comparación.

Vende todo lo que tiene y compra el campo o compra la perla. El tesoro del Reino supera el valor de todo.

No todos lo descubren; hay quien solo ve un terreno o un montón de perlas. No han buscado, no han profundizado y por eso no lo han descubierto. Está alcance de todos, pero no todos se atreven a buscar y profundizar.

Hay quien prefiere quedarse con las cosas superficiales, con las pequeñas satisfacciones de vivir pensando primero en sí mismo, con las pequeñas alegrías del consumo y de los bienes, aunque sepa, en el fondo, que no le van a dar la alegría más auténtica.

El rey Salomón aparece orando en la primera lectura. Es un rey joven, que ha heredado un reino extenso y unido gracias a las conquistas militares de su padre David. Podría pedirle seguir ampliando su reino, conquistas militares, una larga vida o riquezas. Pero no lo hace. Lo que pide es un corazón atento, que sepa escuchar, juzgar y discernir entre el bien y el mal, entre lo que no es importante y el verdadero tesoro.

A Dios le agrada la oración del joven rey y le otorga la sabiduría que pide, para escuchar la voluntad de Dios, descubrir lo que de verdad importa y no confundirlo con el resto.

Jesús también dijo: ¿Cómo no va dar el Padre el Espíritu Santo a los que se lo pidan? Dios no nos niega ese don de sabiduría del Espíritu que nos ayudará a ver con claridad si se lo pedimos.

Con la Palabra de Dios de este domingo se nos invita a la reflexión de algo básico para la vida: ¿me estoy centrando en las realidades verdaderamente importantes de la vida, en el tesoro, o estoy malgastando mis ilusiones en aquellas que no valen?

¿Le pediré a Dios como Salomón la sabiduría del Espíritu para discernir, que significa separar, lo importante de lo secundario y la fortaleza para apostar decididamente por el tesoro del Reino?


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