Organizada por el Ayuntamiento de Villaquilambre el miércoles 14 de junio tuvo lugar esta Fiesta de los Mayores, en la que se homenajeó a tres personas centenarias del ayuntamiento y a cuatro matrimonios que cumplían 50 años de casados. Comenzamos con la Santa Misa en una carpa instalada en el parque de Villamoros.
Queridos amigos y hermanos:
Es un motivo de alegría poder reunirnos para dar gracias a Dios por el don de la vida, y de la vida larga de todos vosotros. El Papa Francisco que, como todos sabéis, es un anciano de 86 años lleno de vitalidad pese a sus problemas de salud y movilidad, habla siempre de la necesidad de luchar contra la cultura del Descarte.
¿Qué es la cultura del descarte? Es esta idea que está muy metida en nuestra sociedad según la cual solamente valen los que son jóvenes, los que son activos, los que producen, los que triunfan. Los demás pueden ser orillados y descartados socialmente.
Creo que este encuentro de hoy es nuestra forma de luchar
contra esa ideología perversa, y de muerte, que el Papa llama cultura del
descarte. Por eso felicito al Ayuntamiento de Villaquilambre, con su Consejería
de Bienestar Social, que ha tenido la iniciativa de reunirnos y que ha querido
también contar con la eucaristía para inaugurar este encuentro festivo.
Desde la Iglesia y desde la sociedad civil y sus
instituciones tenemos que sumar fuerzas para evitar que nadie sea descartado,
que cada persona en nuestros pueblos pueda ser valorada en su dignidad y
reconocida en lo que aporta al bien común de la sociedad.
Como el mismo Papa os ha escrito a los mayores en su mensaje
para la II Jornada Mundial de los abuelos y los mayores, la Palabra de Dios
dice, y es el salmo que hemos repetido, que “en la vejez seguirán dando frutos”.
La ancianidad no es una enfermedad que deba ser combatida ni un mal que deba
ser ocultado. Es una etapa de la vida bendecida por Dios en la que hay que
seguir dando buenos frutos, abandonando las actitudes resignadas y pesimistas
que muchas veces algunos mayores tienen: “Yo ya no valgo para nada”, “se acabo
todo”…
Hay que vivir, dice también, una ancianidad con sentido, con
proyecto y horizonte. Hay que convencerse de que aún se puede ofrecer mucho a
los demás, aunque ya no sea desde la primera línea de la actividad vital.
“¡Envejecer no es una condena, sino una bendición!”. Me gusta
mucho esta frase del Papa Francisco. Los años traen una sabiduría de vida que
no se puede adquirir en los libros, sino viviendo.
Se aprende a separar lo importante de lo accesorio, se da
importancia a lo que se ha descubierto como esencial.
Esto muchas veces los jóvenes no lo entienden, o no lo
entendemos, y necesitamos el testimonio de los que ya habéis vivido, vuestra
sabiduría de vida.
Hay otra aportación esencial que dice el Papa que podéis
hacer a nuestro mundo: “la revolución de la ternura, una revolución espiritual
y pacífica a la que los invito a ustedes, queridos abuelos y personas mayores,
a ser protagonistas. Y es enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro
tiempo a ver a los demás con la misma mirada comprensiva y tierna que dirigimos
a nuestros nietos. Hemos afinado nuestra humanidad haciéndonos cargo de los
demás y hoy podemos ser maestros de una forma de vivir pacífica y atenta con
los más débiles”.
La ancianidad es una bendición y las personas mayores podéis
ser fuente de bendición para nuestra sociedad. Dos lecciones podéis enseñarnos,
y estoy glosando al Papa en todo momento: enseñarnos la sabiduría de la vida,
que separa lo accesorio de lo esencial, y la ternura, enseñarnos a convivir de
una forma más pacífica y humana.
Para ello necesitáis una ancianidad activa y comprometida,
que busquéis convivir, salir de inercias y pesimismos, participar de
actividades comunitarias como estas y las que se han desarrollado durante todo
el curso en los distintos centros del ayuntamiento y en las parroquias.
Y también vivid intensamente la fe, que tanto ayuda y
sostiene todo lo anterior; de entre todas esas actividades hay que sacar tiempo
para cultivar la amistad con Dios, la vida de la Iglesia, la oración personal.
Feliz fiesta, que sea este un homenaje agradecido y, para vosotros,
un estímulo y una inyección de ánimo.
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