viernes, 23 de diciembre de 2022

NATIVIDAD DEL SEÑOR

 NOS HA HABLADO POR EL HIJO


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

El profeta Isaías dice que “son hermosos los pies del que trae la Buena Noticia”. Aunque estén sucios del camino, heridos, cansados, son hermosos esos pies porque trae el mensaje del Emmanuel.

Nunca me había fijado en esta imagen, a pesar de que es siempre la primera lectura de la Navidad. Pero es muy expresiva: aunque estemos cansados, aunque estemos tristes, porque en estos días se sienten más que nunca los huecos que han dejado los que se han ido, o se nota más que nunca ese problema de enfermedad, laboral, de divisiones, que afectan a la familia… aun así… ¡Qué hermosos son los pies del que trae la Buena Noticia!

Y no estamos hablando de una noticia cualquiera. Estamos hablando de la gran Buena Noticia, la que cambia para siempre el curso de la historia, dividiéndola en un antes y un después. Esta Buena Noticia, que nunca se vuelve vieja, es esta: Dios se ha hecho hombre, Dios ha nacido, como nace cualquier niño de una mujer para compartir nuestra vida, para estar con nosotros.

El evangelista san Juan es diferente a los otros tres evangelistas; no nos cuenta el nacimiento de Jesús como Mateo o Lucas. Lo que ha ocurrido nos lo cuenta de otra forma, más profunda y más teológica: el Verbo, la Palabra que estaba siempre junto a Dios como el Hijo, y por medio de la cual se ha creado lo que existe, ahora se ha hecho carne y ha venido a acampar entre nosotros.

Ya no podemos decir que no le importamos a Dios, o que Dios está cómodo e inalterable en su perfección mientras que nosotros luchamos aquí por la vida. No es cierto desde la Navidad: Dios se hace hombre, un hombre que va a conocer el frio, el rechazo, la soledad, la pobreza, la muerte… nada de lo que vivimos los seres humanos le es extraño o ajeno.

Por eso los profetas le anuncian como el Emmanuel: es el Dios con nosotros. Y trae la Luz a la oscuridad del mundo: porque no hay mayor pobreza ni oscuridad que vivir sin Dios y sin la esperanza que brota de saberse infinitamente amados por Dios, seamos como seamos. Sin esta luz no vemos para caminar, vamos dando tumbos por la vida.

Y trae la Vida, porque nos enseña a vivir como Hijos de Dios, llenos de dignidad y de libertad, sin esclavitudes ni ataduras, con libertad interior. Y es resurrección y vida también para cuando franqueamos la última puerta de la muerte si hemos vivido unidos a él.

Dios es con nosotros, nunca más estará lejos, se queda a vivir a nuestro lado. Este es el misterio maravilloso de la Navidad, una Buena Noticia siempre nueva y siempre desconcertante. Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, como escuchábamos en la segunda lectura, de la Carta a los Hebreos. Y lo que nos ha dicho es que nos quiere más de lo que podemos imaginar porque nos falta fe.

Cuando miremos y besemos la imagen del Niño Jesús en el Belén, debemos hacerlo como los pastores, como los Magos del Oriente: con ternura, con fe, con agradecimiento. Con corazones sencillos y humildes, como de niños, porque, si no, no entenderemos el misterio de la Navidad.

Como nos ha dicho el Papa Francisco en su preciosa meditación sobre el significado del Belén: Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos.

 

Feliz Navidad a todos.

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