jueves, 27 de octubre de 2022

DOMINGO XXXI TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 CORRIGES, POCO A POCO, A LOS QUE CAEN


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

En el evangelio de este domingo, Jesús camina hacia Jerusalén y atraviesa Jericó. Nos dice el evangelista que le sigue una gran multitud, en la que hay una mezcla de todo: discípulos, simpatizantes, enemigos, curiosos… Pero, de entre tantos, ¿Cuántos entienden realmente a Jesús, su modo de actuar, su mensaje del Reino de Dios? ¿Cuántos sintonizan con él?

Hay que decir que más bien pocos, ya que la multitud primero quiso apartar a un ciego, que pedía a Jesús la vista, y, después, murmura y critica porque sana a Zaqueo del pecado de la codicia, que le tenía empequeñecido.

Jesús no busca a las multitudes, aunque muchas veces no pudiera evitarlas, sino que se fija en cada uno, ve a las personas como son, en su individualidad y en su problemática. Cuando pasa por debajo del árbol, aunque iba rodeado de la turba, solo mira a Zaqueo. 

Zaqueo era tan pobre que solo tenía dinero; jefe de publicanos y rico. Era imposible ser más odioso para sus vecinos: para los más religiosos era un pecador público que frecuentaba a los paganos y, por esto, estaba contaminado de impureza, para el resto, era una sanguijuela que robaba los escasos bienes de los pobres en nombre de la autoridad romana.

El aislamiento que viviría Zaqueo era doble: religioso y social. Estaba obligado a relacionarse solo con los romanos y con otros publicanos, pecadores públicos. Cuando el evangelista le describe como bajo de estatura, está hablando, ante todo, de su estatura moral: está encogido, doblado sobre si mismo, curvado sobre su codicia. Pero en su corazón hay una búsqueda profunda, necesita algo diferente, algo mejor que lo que está viviendo, necesita libertad, sanación.

Cuando oye la noticia de que el profeta galileo llegaba a su ciudad, no le importa destacarse corriendo delante de la gente y subiéndose a un árbol, como si fuese un niño, para poder verlo. ¿Qué esperaba Zaqueo de ese encuentro? Posiblemente no mucho, porque él mismo se consideraría un caso perdido, tal y como le decían que era, escarneciéndole, las autoridades religiosas.

Pero Jesús buscaba a Zaqueo más que este a Jesús. Así que se para ante el árbol, le mira con cariño, algo que nadie hacía, le habla y, para sorpresa de Zaqueo, se auto-invita a su casa sin miedo a las murmuraciones ni a ser considerado impuro. El Señor ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido, y nadie estaba tan perdido allí como Zaqueo.

La mirada y las palabras de Jesús sanan a Zaqueo, el encuentro de amor y perdón con él le traen la salvación. Su cambio no se va a quedar en buenas intenciones ni palabras que se lleva el viento; se compromete a ayudar con la mitad de sus bienes a los pobres y a restituir, multiplicado, lo que ha defraudado cuando vivía para acumular. Es un cambio real, efectivo, completo… También él es hijo de Abraham y recupera su dignidad perdida.

En Jesús se cumple plenamente lo que escuchamos en la primera lectura, tomado del libro de la Sabiduría: “Señor, te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan”.

¿Qué puede transformar más a una persona extraviada y cegada por el pecado, la dura condena o el amor incondicional? En el caso de Zaqueo está bien claro: las condenas y desprecios en que vivía no la habían hecho salir de su vida, pero la mirada de amor de Jesús y su aceptación sin reproches le dan la vuelta como si fuese un calcetín.

La Palabra de Dios de este domingo nos habla del perdón. La iniciativa del perdón parte siempre de Dios, es Él quien nos espera, como esperó a Zaqueo. Nunca es tarde y nadie está tan perdido como para que no pueda ser perdonado y rehabilitado. Nosotros no tenemos derecho a considerar a nadie perdido, ya que el Señor no lo hace, ni podemos ser como aquella multitud que impide a Zaqueo encontrarse con Jesús y, cuando lo logra, lo murmura y critica.

Al contrario, ayudemos a todos a encontrarse con Jesús, el único que sana y salva, con el ejemplo de nuestras propias vidas de fe.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

SOLEMNIDAD DE SAN FROILÁN (5 de octubre)

 ID AL MUNDO ENTERO Y PREDICAD EL EVANGELIO COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA      El ciclo normal de los domingos del tiempo ordinario, ...