jueves, 25 de marzo de 2021

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (ciclo B)

 


El Domingo de Ramos nos abre la puerta a la Gran Semana Santa, los días centrales en nuestra fe cristiana, porque, si somos cristianos, es porque creemos que el Señor Jesús por nosotros ha entregado su vida en cruz, ha muerto y ha resucitado en la Pascua.

Este día se llama así “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor” porque reúne dos aspectos: Por un lado, la fiesta de la entrada de Jesús en la ciudad santa de Jerusalén entre ramos y aclamaciones; muchos vieron en él el Mesías esperado y anunciado por los profetas, el que vendría, por fin, a rescatar a los pobres de sus sufrimientos.

Pero el segundo aspecto de este día es la Pasión, anunciada por el profeta Isaías y cumplida en el relato evangélico de la muerte de Cristo. Jesucristo no entra en la ciudad santa para ser un caudillo victorioso, igual que no nos redimirá sin esfuerzo ni sufrimiento. Los mismos que le aclaman le abandonarán y pasarán ante su cruz burlándose, llorando o indiferentes. Pero él está cumpliendo lo que ya había anunciado el domingo pasado: “Si el grano de trigo no muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto”.

El relato de la Pasión nos estremece, y lo volveremos a escuchar el Viernes Santo: hay dolor físico terrible por una muerte en cruz y hay dolor moral: la traición de Judas, el abandono de los suyos, la negación de Pedro, las burlas:  A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.     

En el relato de la Pasión según san Marcos, lo primero que aparece es la manifestación de Jesús como Hijo de Dios por su obediencia a la voluntad del Padre. Mientras los adversarios de Jesús ven en sus sufrimientos y su muerte la confirmación de que han acertado condenándolo, porque no era el Mesías, lo que se nos dice muestra que la perfecta obediencia de Jesús al Padre –no sea como yo quiero, sino como tú quieres, lo revela “como hijo de Dios”, tal como confiesa el centurión al ver morir a Jesús.

La cruz de Jesús despierta en unos la fe, el arrepentimiento, el dolor de los pecados… en otros indiferencia, incredulidad o nada…. Y ¿en nosotros?

No se puede vivir la Pascua de Cristo desde fuera, como meros espectadores, como quien asiste pasivo a una representación, siempre la misma, que ya sabe cómo terminará. La celebración de estos días nos introduce en lo que ocurre, somos también parte de la Pasión de Cristo y, en estos días, somos invitados a entrar con él en el cenáculo, donde nos dará su Cuerpo y su Sangre y nos lavará los pies por amor, somos invitados a estar con su Madre al pie de la Cruz agradeciendo su entrega hasta el final cargando con nuestros pecados, somos invitados también a esperar en silencio junto al sepulcro la victoria de la vida frente a la muerte el sábado santo.

No nos quedemos al margen, vivamos estos días al máximo, acompañemos a Cristo, compartamos su Pasión.

 


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