jueves, 31 de julio de 2025

DOMINGO XVIII TIEMPO ORDINARIO (ciclo C)

 SED RICOS ANTE DIOS


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

    La Palabra de Dios es siempre una luz que nos descubre lo verdadero, lo importante, lo necesario de la vida. Quien se deja guiar por la Palabra es como quien camina por una senda en la noche cerrada guiada por una potente lámpara… no extravía la senda.

    Nos dirige siempre una invitación a pensar acerca del sentido de nuestra vida: ¿Estamos guiándonos por valores auténticos, de los que engrandecen la persona, de los que nos hacen crecer humanamente? ¿O nos guiamos por contravalores que nos alienan y desecan nuestro espíritu?

    Las lecturas son como un espejo en el que mirarnos y revisar cómo estamos, al menos una vez por semana.

    Este domingo la pregunta que nos lanza la Palabra es: ¿nos relacionamos cristiana y evangélicamente con el dinero y los bienes materiales? Esta pregunta aparece planteada en las tres lecturas.  En la primera, del libro del Eclesiastés, hay una mirada pesimista, pero realista, sobre la vida del hombre.

    Y también en la segunda lectura, con la invitación de San Pablo a buscar los bienes de arriba, los que no pasan nunca.

    El evangelio es siempre el centro de las lecturas que se proclaman. A Jesús le pide un hombre que sea juez en una cuestión espinosa que entonces, como ahora, trae, a menudo, disgustos y enfrentamientos: el reparto de una herencia.

    Cuantas veces las familias se rompen, puede que para siempre, por los repartos de las herencias; se daña así el valor más grande, que es la armonía familiar, por el valor más pequeño y perecedero, que es el dinero y las posesiones, que tienen fecha de caducidad como todo lo material.

    Jesús no quiere ser árbitro de ese reparto entre hermanos, pero aprovecha la cuestión para enseñar algo más importante a una parte y a la otra: no os dejéis llevar por la codicia, no convirtáis los bienes materiales, que son solo un instrumento, en el centro de la vida, como si de ellos se pudiese esperar la salvación y la alegría completas.

    San Pablo lo dice de otro modo: apartaos de la codicia y la avaricia, que son una forma de idolatría. Se puede hacer del dinero y del consumo, del bienestar, un ídolo que suplanta el lugar primero de la vida del creyente, que debe ocupar únicamente Dios.

    La parábola, con la que Jesús ilustra la enseñanza, se entiende perfectamente, porque ha ocurrido y sigue ocurriendo muchas veces. Un hombre ha tenido una gran cosecha; seguramente ha trabajado mucho para obtenerla, se ha esforzado con acierto y sacrificio.

    No es malo que haya obtenido toda esta riqueza de su trabajo honrado, pero se le llama necio. No porque sea rico, sino porque se ha creído que su vida se la garantizaría los bienes acumulados, se ha imaginado que con almacenarlos y disfrutarlos es más que suficiente.

    No es malo, es necio, es decir falto de sabiduría, se ha equivocado; ha atesorado sus riquezas, pero no las ha aprovechado para hacerse rico ante Dios en buenas obras de generosidad, de compartir, de hacer el bien. Eso era lo que podía haberle hecho rico de verdad, rico de espíritu, rico de humanidad, rico en el único tesoro que podrá llevarse cuando deje esta vida terrena.

    “Buscad los bienes de allí arriba, no los de la tierra”. Por supuesto que necesitamos el dinero para vivir en este mundo, en el que necesitamos un techo, alimento, vestido, comida y otras cosas. Pero todo eso son solo instrumentos que debemos usar responsablemente, sin dejar que se apoderen de nosotros, que ocupen nuestro pensamiento y nuestras ilusiones, como si fuesen el centro de la vida.

    Porque entonces seremos necios que no saben que su vida está en las manos de Dios, que estamos aquí de paso y que, al final, no nos preguntarán cuanto acumulamos, sino cuanto amor dimos.

    La Palabra de Dios de este domingo nos previene y enseña para que no nos equivoquemos, ya que las riquezas, sean muchas o pocas, pueden convertirse en ídolos falsos a los que sacrificamos las relaciones familiares y de amistad, la salud, la paz interior, el equilibrio necesario…

    Usemos lo que tenemos con sencillez y modestia, con alegría y paz, y aprovechemos que tenemos, poco o mucho, para hacer el bien que podamos. Como le gustaba repetir al recordado Papa Francisco: “ningún sudario de difuntos tiene bolsillos y a ningún cortejo fúnebre le sigue un camión de mudanzas”.

    Los tesoros que nos acompañarán serán los eternos: las obras de amor y generosidad.

 

 

 


lunes, 28 de julio de 2025

HORARIOS AGOSTO 2025

 XVIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 2 

20 H. VILLAOBISPO (Misa vespertina)

DOMINGO 3

11 H. VILLAMOROS

12 H. VILLARRODRIGO

12 H. ROBLEDO (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLANUEVA


XIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 9 

20 H. VILLARRODRIGO (Misa vespertina)

DOMINGO 10

11 H. VILLAMOROS 

12 H. ROBLEDO 

13 H. VILLAOBISPO 

13 H. VILLANUEVA (Celebración de la Palabra)


XX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 16

18 H. VILLANUEVA (Misa vespertina)

DOMINGO 17

11 H. VILLAMOROS

12 H. ROBLEDO

12 H. VILLARRODRIGO (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLAOBISPO


XXI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 23

20 H. ROBLEDO (Misa vespertina)

DOMINGO 24

11 H. VILLANUEVA

12 H. VILLARRODRIGO 

12 H. VILLAMOROS (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLAOBISPO 


XXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 30

20 H. VILLAMOROS (Misa vespertina)

DOMINGO 31

11 H. ROBLEDO

12 H. VILLARRODRIGO

13 H. VILLAOBISPO (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLANUEVA 


FIESTAS:

SAN ROQUE: SÁBADO 16 ROBLEDO (13 H.)


jueves, 24 de julio de 2025

DOMINGO XVII TIEMPO ORDINARIO (ciclo C). V Jornada de los Abuelos y de los Ancianos.

 PEDID, BUSCAD, LLAMAD...

COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

    La primera lectura y el evangelio de hoy nos hablan de la oración.

    Abraham, que en la lectura del pasado domingo acogía la visita de Dios en forma de tres misteriosos peregrinos del desierto, intercede ante Dios por la salvación de los pocos justos que quedan en las ciudades pecadoras de Sodoma y Gomorra, ya que Yahvé le ha comunicado que serán destruidas por su corrupción.

    Es llamativo en esta escena como Abraham va negociando con Dios: si hay cincuenta justos, si hay cuarenta y cinco, si hay treinta, si hay diez… Es una oración de intercesión, porque Abraham no pide la salvación para él ni para su familia, que estaban fuera de aquellas ciudades.

    Pide en favor de otros, para que no sucumban, incluso sin conocerlos. Ya en esto tenemos una enseñanza importante acerca de la oración. Orar no puede ser sólo pedir, también hay que agradecer e interceder. Y no puede ser una oración egoísta, que pide solamente lo mejor para mí y para los míos. Quien ora de verdad debe hacerlo con un corazón abierto a las preocupaciones, sufrimientos y necesidades de la Iglesia y del mundo entero.

    Las llamadas “peticiones” de cada misa, la oración universal, no se deja nunca a nadie fuera. No se pide únicamente por los que estamos celebrando la eucaristía, sino por todos sin excepción. Es, por ello, un modelo, de esa oración sin fronteras.

    El mismo tema de la oración se retoma en el evangelio de hoy, compuesto de tres partes: el Padre Nuestro, la parábola del amigo importuno y el pasaje sobre la oración confiada. Las dos últimas partes tienen como tema central la perseverancia en la oración confiada.

    Jesús enseña a sus discípulos porque le preguntan, quieren saber cómo orar. Los discípulos han comprobado que el Maestro se retira a rezar con frecuencia y ven que reza de un modo distinto.

    El evangelista Lucas lo menciona muchas veces. Suele presentar a Jesús orando a solas en los momentos cruciales de su vida. Además, se dirige a Dios como “Abba”, “Padre, Papá”, mostrando una cercanía y confianza propias de un hijo que se siente permanentemente querido.

    Jesús, en su oración, da gloria al Padre y pide la salvación de los hombres. Rara vez pide por sí mismo (solo en la oración de Getsemaní y en la cruz). En definitiva, Jesús era hombre de oración, los discípulos lo ven y le preguntan cómo han de orar.

    Aunque ellos ya rezaban como pedían las costumbres judías, le piden que les enseñe este modo de orar propio; quizá tenían la sensación de no saber orar o de hacerlo mal. También, a veces, nos pasa a nosotros que no sabemos cómo rezar; San Pablo dice que “no sabemos orar como nos conviene”.

    La mejor oración, la más elevada, siempre será rezar el Padre Nuestro, porque nos la ha enseñado el Hijo para que se la dirijamos al Padre con Él. Si rezamos el Padre Nuestro con sentido, pasando por el corazón lo que decimos con la lengua, y no de un modo mecánico, este contiene todo lo que uno puede pedir a Dios.

    No hay deseo legítimo presentable ante Dios que no esté contenido, directa o implícitamente: su glorificación (santificado sea tu nombre), el cumplimiento de su voluntad (empezando en mí), el pan (material y espiritual) para uno mismo y los demás, la concordia entre los hombres (con el perdón), etc.

    Por ser el domingo más cercano a la festividad de San Joaquín y Santa Ana, hoy celebramos en la Iglesia la V Jornada de los Abuelos y los Mayores. El Papa León ha escrito para animar este día un precioso mensaje titulado: Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza.

    El Papa nos recuerda cómo, en la Biblia, muchas veces Dios escoge a personas ancianas para realizar una acción salvadora, por ejemplo, Moisés, Abraham, Sara, Zacarías, Isabel. En la sociedad actual prima la Juventud, sentirse lleno de fuerzas, sin achaques ni arrugas, como si la ancianidad fuese una enfermedad.

    Pero Dios manifiesta que los ancianos son depósitos de fe, de valores, de esperanza, que la Iglesia y el mundo necesitamos. Así, dice el papa León, “¡Cuán a menudo nuestros abuelos han sido para nosotros ejemplo de fe y devoción, de virtudes cívicas y compromiso social, de memoria y perseverancia en las pruebas! Este hermoso legado, que nos han transmitido con esperanza y amor, siempre será para nosotros motivo de gratitud y de coherencia”.

    En esta Jornada de los Abuelos y los Ancianos, damos gracias a Dios por sus vidas largas y llenas de frutos. Que los mayores se sientan animados a la gran misión de ser testigos de la esperanza que brota de la fe para las generaciones más jóvenes. Y que estos sepan aprender del camino que los abuelos han recorrido, sostenidos por la mano providente de Dios.

 

 


viernes, 18 de julio de 2025

DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (ciclo C)

 MARÍA HA ESCOGIDO LA MEJOR PARTE


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

    El verano suele ser, para la mayoría de nosotros, un tiempo distinto al resto del año. Y no solo por el calor, que parece ser el tema más común de conversación, sino porque cambiamos el ritmo del curso, hacemos cosas diferentes, nos relacionamos con más tiempo y calma con los demás, dedicamos tiempo al ocio y al descanso.

    Las lecturas de este domingo decimosexto nos iluminan para vivir, como cristianos, este tiempo diferente del verano. Hay dos palabras clave para el día de hoy: la Hospitalidad y la Escucha.

    La primera de ellas, la Hospitalidad, aparece tanto en la primera lectura, tomada del libro del Génesis, como en el evangelio. Aparece Abraham, al que el pueblo israelita considera el Padre en la fe, sentado junto a la puerta de su tienda, en el desierto. Allí ve, caminando bajo un calor aplastante, en el que poco tiempo puede sobrevivir el ser humano, tres hombres caminando. Poco antes, Abraham y Sara habían recibido el anuncio de Dios de que tendrían un hijo en su ancianidad, la mayor bendición que deseaban.

    El texto no dice explícitamente si Abraham reconoció la visita de Dios en aquellos tres peregrinos misteriosos, pero es muy probable que así fuera, por cómo les recibe: se postra ante ellos, les llama Señor mío y, a toda prisa, prepara para ellos el mejor festín que podía ofrecerles en su pobreza. La tradición ha visto en este encuentro la primera manifestación que aparece en la Biblia de Dios como Trinidad. ¿Por qué si no Abraham les llama “Señor mío” cuando son realmente tres los personajes?

    Abraham abre su casa, su vida, a aquellos peregrinos del desierto y, como recompensa, Dios les bendice, confirmando que su esposa Sara tendrá el anhelado hijo que les permitirá la continuidad de su tribu.

    La hospitalidad aparece también en el evangelio, en el que el Señor Jesús es acogido en la casa de sus buenos amigos: Lázaro, Marta y María. Para los que creen que Jesús era un hombre desapegado de todo y de todos, al estilo de Juan Bautista, este texto dice, claramente, lo contrario.

    Jesús era plenamente hombre y, como nosotros, disfrutaba de la hospitalidad y de la amistad. Como solemos decir: “Quería y se dejaba querer”. Y, cuando era invitado, entraba en las casas y disfrutaba con lo que se le ofrecía agradeciendo todo; incluso se saltaba, para ello, los rígidos tabúes de la época, que no verían con buenos ojos que un maestro religioso entrase en casa de dos mujeres.

    A Jesús le importan las personas, no los prejuicios sociales; quiere a sus amigos y perdona a sus enemigos, vive con la conciencia limpia de estar siempre cumpliendo la voluntad del Padre Dios, extendiendo el Reino con sus palabras y sus acciones.

    ¡Qué importante es la Hospitalidad para un cristiano! Tanto hacerla como recibirla… En el tiempo de las vacaciones tenemos ocasión de recibir y de visitar a familiares, a vecinos y a amigos. A veces estas visitas nos rompen nuestros ritmos o nos obligan a cambiar nuestros planes, por lo que podemos caer en la tentación de recibir de cualquier forma, hasta de mala gana, a los huéspedes, en vez de hacerlo como Abraham, como Marta y María, con cariño, con paciencia, con caridad y comprensión.

    Si miramos estos momentos de hospitalidad desde la fe, recibir a un huésped es recibir a Dios en nuestra casa, porque todos somos presencia de Dios los unos para con los otros, incluso a pesar de las molestias o trastornos que nos causen. Por eso debemos ser acogedores y hospitalarios, reconociendo la presencia de Dios en el hermano.

    La segunda palabra es la Escucha, porque en la escena evangélica Marta recibe una reprimenda cariñosa de Jesús, ya que se dedica a muchas cosas para que no le falte de nada al ilustre invitado, pero no se ha parado a escucharle. Jesús no es un huésped exigente, no busca manjares suculentos ni comodidades; él mismo dijo que no había venido a ser servido, sino a servir. Y está sirviendo su Palabra de vida a las dos hermanas, pero Marta se dedica a hacer tantas cosas que ni le escucha.

    Ahora que tenemos más tiempo libre, que no nos vemos tan atados por las rutinas de los trabajos, ¿encontramos tiempo para escuchar la Palabra de Dios? 

Entre tantas palabras y ruidos que nos llenan a lo largo del día, conversaciones, wasaps, televisión… ¿no podríamos dedicar un momento de silencio del día a pararnos como María para escuchar al Maestro, por ejemplo, leyendo el evangelio del día?

 


jueves, 10 de julio de 2025

DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO (ciclo C)

 ANDA Y HAZ TÚ LO MISMO


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

¿Qué espera Dios de nosotros?

Esta pregunta se la ha hecho el ser humano desde sus mismos orígenes. Y, como respuesta, han surgido, en una larga historia, las religiones de la humanidad, muy diferentes entre sí; unas con algunas luces y otras con muchas sombras.

Ha habido religiones que convencieron a sus creyentes de que el favor de los dioses se ganaba mediante el sacrificio cruel de personas, incluso de los propios hijos. El pueblo de Israel tuvo que convivir con estas experiencias religiosas perversas.

Otras religiones, y esto es aún actual, han dicho, en sus interpretaciones más fundamentalistas, que se da gloria al único Dios y se defiende su causa cuando se somete, se mata y se causa terror en su nombre.

Nuestra fe cristiana tiene su único centro y su única fuente en Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre. Y Jesús vivió su vida y su experiencia humana dentro del pueblo de Israel, un pueblo diferente a todos los demás porque se siente pueblo escogido y amado por el único Dios Yahvé, que hace una alianza, un pacto, con ellos para que su experiencia religiosa sea una luz que alumbre a todas las naciones de la tierra.

Dios Yahvé guía y protege a su pueblo, lo defiende y cuida como un padre o una madre hace con sus hijos. Les pide que guarden su Ley, justa y humana, que no exige cosas absurdas ni contrarias a la dignidad del ser humano, como los sacrificios que pedían otras religiones.

En la primera lectura de este domingo, Moisés, como guía del pueblo, les invita a escuchar la voz del Señor, a observar sus mandamientos, porque no son extraños ni inalcanzables, ni exceden las fuerzas de nadie.

¿Qué espera Dios de nosotros? Lo sabemos bien, porque ha escrito sus mandamientos en nuestros corazones y en nuestra conciencia. Sabemos bien qué es lo bueno y qué es lo malo, qué es lo que agrada a Dios y qué es lo que le desagrada, qué es lo que nos hace más humanos y qué es lo que nos resta humanidad.

Así termina la lectura, diciendo: “El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas”.

Toda la Ley santa, todo lo que espera Dios de nosotros, se resume en un doble mandamiento: “amarás al Señor tu Dios con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo te amas”. Así responde el maestro de la Ley a Jesús cuando él le devuelve la pregunta que le había lanzado para probarle. Jesús aprueba su respuesta: “Haz esto y tendrás la vida”.

Pero, quién es mi prójimo? ¿A quién tengo que amar como a mí mismo? La respuesta parecía clara para un judío: aquel a quien tengo que amar como a mi prójimo es al cercano, al que es de los míos, al de mi raza, al de mi pueblo…. Pero al extranjero, al extraño, al distinto, a ese no estoy obligado a amarle como me amo a mi mismo.

La parábola del Buen Samaritano, con la que Jesús va a dar respuesta, es una inversión de valores. Ante el hombre herido y maltratado, abandonado en la cuneta, ante el que sufre, ¿Quién se hace prójimo y próximo?

Solo un extranjero samaritano que lo mira con compasión, lo rescata, lo cuida y lo hace cuidar. Los otros, el sacerdote y el maestro de la Ley, aunque conocían al dedillo los mandamientos, encuentran excusas para dar un rodeo y evitarlo…. Conocen lo que Dios quiere de ellos, pero tienen excusas para no hacerlo.

Podemos encontrar muchas excusas, y auto-convencernos con ellas, para no hacer lo que Dios espera que hagamos y no practicar la misericordia. Jesús nos invita a dejar esas excusas a un lado, a tener una mirada limpia y compasiva sobre el prójimo, a levantarle, curarle y rescatarle en lo que podamos, sin desconfiar ni esperar a que lo hagan otros.

Jesús nos ha enseñado que no solo los que son de los míos, mis semejantes, mi familia, mis amigos, deben importarme. Que debe importarme toda persona, porque cada una de ellas es un reflejo e imagen suya, como Cristo es imagen visible y humana de Dios.

Y, al final de nuestra vida, seremos examinados sobre ello: ¿tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo o en la cárcel y vinisteis a verme?

No hay una religión más humana y positiva que esta: lo que espera Dios de nosotros es que reconozcamos su presencia en los demás, sean quienes sean, y, por ello, nos queramos, respetemos, ayudemos. Esa es la manera de dar gloria a Dios.

Jesús termina diciéndole al maestro de la Ley, y a nosotros: “Anda y haz tú lo mismo”.

 


jueves, 3 de julio de 2025

DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO (ciclo C)

 LES ENVIÓ DE DOS EN DOS A DONDE PENSABA IR ÉL


COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA

En este domingo la palabra Paz se repite mucho en las lecturas de la Palabra de Dios.

Quisiéramos que la tierra entera fuese un lugar de paz, en el que los derechos y la dignidad de todos son respetados, en el que nadie es perseguido, maltratado, asesinado. Pero la realidad, como bien sabemos, está muy lejos de esto.

Las guerras continúan causando sufrimientos incalculables. Hay más de treinta conflictos bélicos activos en nuestro mundo. Algunas guerras son conocidas y seguidas a diario, como la de Ucrania, porque nos pillan cerca. Pero también hay muchas otras en el mundo que no parecen importarle ya a nadie y que nunca aparecen en los medios de comunicación. 

Y también permanece la guerra incesante, silenciosa, del hambre contra los más pobres.

Los profetas en la Biblia no adivinan el futuro, sino que hablan la Palabra de Dios que les es comunicada y hablan del sueño de Dios para su humanidad amada.

La primera lectura de este domingo, tomada del profeta Isaías, transmite muy bien esto: el profeta Isaías habla de Dios como de una madre que está deseando abrazar, amamantar, dar paz y consuelo a la humanidad herida, triste y desgarrada: “como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo”.

Lo que eran huesos muertos se llenan de nuevo de vida, donde había desolación surge el consuelo, donde había división, empieza a haber paz y reconciliación.

Es lo que ocurriría si todos nos decidiéramos a volver a Dios. Sí, volver a Dios, que nos está esperando y al acercarnos a él nos acercaríamos a los hermanos.

Los creyentes, ¿estamos convencidos de esto? ¿Estamos convencidos de que si nos acercáramos más a Dios nuestra vida y la de los que nos rodean podría cambiar?

No significa que, de repente, todos los problemas desaparecerían, porque recordemos que la fe no es una magia.

Pero sí que muchas cosas podrían ser distintas, y muchas personas transformadas para mejor pueden ir formando un pueblo mejor, una nación mejor, un mundo mejor. Decimos que el mal se expande, pero también el bien se expande, y aún más.

Esta lectura profética, con sus bellas imágenes, nos recuerda que las cosas podrían ser de otro modo si nos volviéramos a Dios –eso es la conversión- y aceptáramos de verdad el Evangelio de Jesucristo como guía del actuar de cada día.

Cuando Jesús envía a sus Doce apóstoles, y luego al grupo más grande de setenta y dos discípulos, que aparecen en el evangelio de este domingo, a que lleven su mensaje, no lo hace como si fuese un empresario que quiere expandir con sus representantes comerciales un producto o una idea.

Lo hace porque el mensaje de Jesús es la Buena Noticia que las personas necesitan escuchar. Porque tiene la fuerza de cambiar vidas, de mejorarlas, de sacar de la desesperación y la tristeza, de salvar, en definitiva.

Nos salva saber que Dios es un padre que nos ama pese a nuestros pecados y que nos espera siempre, nos salva saber que los demás son mis hermanos y que perdonarles y aceptarles nos libera de la carga pesada del odio, nos salva saber que estamos llamados a encontrar la felicidad dando la vida por los demás, nos salva del miedo y la desesperación saber que la muerte no es el final.

Es un mensaje salvador que debe ser anunciado para que, al acogerlo en nuestra vida, seamos transformados y vayamos transformando el mundo según el proyecto del Reino de Dios.

¿A quién dirige ese envío para llevar el Evangelio? A todos nosotros, a todos los bautizados que nos sentimos parte de la familia de la Iglesia.

El envío de Jesús tiene unas características especiales: hay que ir de dos en dos, es decir como parte de la comunidad, hay que llevarlo con sencillez, hay que llevar la paz por delante, hay que acoger la hospitalidad de los demás, hay que curar y liberar del mal.

Salgamos hoy de la iglesia sintiéndonos enviados por el Señor a compartir con los que nos encontremos la Buena Noticia salvadora de Jesús. Todos somos enviados: discípulos misioneros.

 


lunes, 30 de junio de 2025

HORARIOS JULIO 2025

XIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 5 

20 H. VILLAOBISPO (Misa vespertina)

DOMINGO 6

11 H. VILLAMOROS

12 H. ROBLEDO (Celebración de la Palabra)

12 H. VILLARRODRIGO 

13 H. VILLANUEVA 


XV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 12

20 H. VILLARRODRIGO (Misa vespertina)

DOMINGO 13

11 H. VILLAMOROS

12 H. ROBLEDO

13 H. VILLANUEVA (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLAOBISPO (FIESTA DE LA PARROQUIA)


XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 19 

20 H. VILLANUEVA (Misa vespertina)

DOMINGO 20

11 H. VILLAMOROS

12 H. ROBLEDO 

12 H. VILLARRODRIGO (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLAOBISPO 


XVII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO 26

20 H. ROBLEDO (Misa vespertina)

DOMINGO 27

11 H. VILLANUEVA

12 H. VILLARRODRIGO

13 H. VILLAOBISPO (Celebración de la Palabra)

13 H. VILLAMOROS (FIESTA DE LA PARROQUIA)


FIESTAS DE LAS PARROQUIAS: 

DOM. 13 VILLAOBISPO (13 h.): Fiesta (trasladada) de la Anunciación 
DOM. 27 VILLAMOROS (13 h.): Fiesta (trasladada) de Santiago Apóstol



14 septiembre: FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

  HEMOS DE GLORIARNOS EN LA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA      Hoy el ritmo normal de los domingos del tiempo o...