lunes, 25 de enero de 2016

II JORNADAS FAMILIA DE LA UNIDAD PASTORAL

Os invitamos a participar en las II JORNADAS DE LA FAMILIA que, con el título "¡Todos somos Familia!" celebraremos en la Unidad Pastoral del 2 al 5 de febrero.

El martes 2 a las 19:30 horas, en la capilla de las Hijas de la Caridad de Villaobispo,  tendremos la celebración de la Eucaristía, en la Fiesta de la Presentación del Señor (las Candelas) con la bendición de los bebés bautizados en nuestros pueblos durante el año 2015.

El miércoles 3  a las 19:30 en el salón de actos de las Hijas de la Caridad de Villaobispo Dña. Remedios Martínez (psicóloga del Centro de Orientación Familiar de León) con la conferencia "La ironía de la educación familiar".

A la misma hora y lugar, el Jueves 4 una mesa redonda en la que participarán matrimonios, un párroco y una profesora de religión "Vivir y transmitir la fe en la familia"

Y, por último, el viernes 5 en el mismo salón de actos, y a la misma hora, D. Prisciliano Cordero (sociólogo y ex-director de la Universidad de la Experiencia de León" impartirá la conferencia "Los mayores en la familia y la sociedad".

Estáis invitados todos a participar.


sábado, 9 de enero de 2016

ENCUENTRO DE CATEQUISTAS

Hoy, sábado 9 de enero, tuvimos en Villaobispo un encuentro de catequistas de la Unidad Pastoral. Convivimos como hermanos en torno a la mesa, compartiendo un sabroso cocido leonés. Una bonita oportunidad de afianzar lazos en una misma misión de sembrar Evangelio.


FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS

EVANGELIO (Lucas 3, 15-16. 21.22)

"En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. Él tomó la palabra y dijo a todos:
- Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
- Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."


"NUEVA ESPIRITUALIDAD
      
"Espiritualidad" es una palabra desafortunada. Para muchos sólo puede significar algo inútil, alejado de la vida real. ¿Para qué puede servir? Lo que interesa es lo concreto y práctico, lo material, no lo espiritual.

Sin embargo, el "espíritu" de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.           

El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad.  Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.

A nuestra vida, para ser humana, le falta una dimensión esencial: La interioridad. Se nos obliga a vivir con rapidez, sin detenernos en nada ni en nadie, y la felicidad no tiene tiempo para penetrar hasta nuestra alma. Pasamos rápidamente por todo y nos quedamos casi siempre en la superficie. Se nos está olvidando escuchar y mirar la vida con un poco de hondura y profundidad.

El silencio nos podría curar, pero ya no somos capaces de encontrarlo en medio de nuestras mil ocupaciones. Cada vez hay menos espacio para el espíritu en nuestra vida diaria. Por otra parte, ¿quién se atreve a ocuparse de cosas tan sospechosas como la vida interior, la meditación o la búsqueda de Dios?

Los textos que nos han dejado los primeros cristianos  nos muestran que viven su fe en Jesucristo como un fuerte "movimiento espiritual". Se sienten habitados por el Espíritu de Jesús. Solo es cristiano quien ha sido bautizado con ese Espíritu. «El que no tiene el  Espíritu de Cristo no le pertenece». Animados por ese Espíritu, lo viven todo de manera nueva.

Lo primero que cambia radicalmente es su experiencia de Dios. No viven ya con «espíritu de esclavos», agobiados por el miedo a Dios, sino con «espíritu de hijos » que se sienten amados de manera incondicional y sin límites por un Padre. El Espíritu  de Jesús les hace gritar en el fondo de su corazón: ¡Abbá, Padre! Esta experiencia es lo primero que todos deberían  encontrar en las comunidades de Jesús.

Cambia también su manera de vivir la religión. Ya no se sienten «prisioneros de la ley», las normas y los preceptos, sino liberados por el amor. Ahora conocen lo que es vivir con «un espíritu nuevo», escuchando la llamada del amor y no con «la letra vieja», ocupados en cumplir obligaciones religiosas. Éste es el clima que entre todos hemos de cuidar y promover en las comunidades cristianas, si queremos vivir como Jesús.

Descubren también el verdadero contenido del culto a Dios. Lo que agrada al Padre no son los ritos vacíos de amor, sino que vivamos «en espíritu y en verdad». Esa vida vivida con el espíritu de Jesús y la verdad de su evangelio es para los cristianos su auténtico «culto espiritual».

No hemos de olvidar lo que Pablo de Tarso decía a sus comunidades: «No apaguéis el Espíritu». Una iglesia apagada, vacía del espíritu de Cristo, no puede vivir ni comunicar su verdadera Novedad. No puede saborear ni contagiar su Buena Noticia. Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión." 

José Antonio Pagola.

lunes, 4 de enero de 2016

DIECISIETE CONSEJOS PARA VIVIR MEJOR LA MISA

Cambios de actitud exterior e interior que nos predisponen mejor (hagan lo que hagan los demás, incluido el sacerdote) para que nuestro corazón sea tocado.

1. Respetar la integridad de la celebración. La puntualidad no es sólo una cortesía sino una obligación. Para ir al cine somos puntuales porque consideramos importante también el principio. ¿Va a ser menos la misa? "No reconocemos la importancia teológica de cuanto ocurre desde el mismo saludo inicial del sacerdote, ni la gravedad de perdernos lo que Dios estaba ya diciéndonos".

2. Respetar al sacerdote. Con algo tan simple como, al finalizar la celebración, no movernos de nuestro lugar hasta que él haya abandonado el altar. Tal desaire no se hace sólo al presbítero. "Esta actitud de impaciencia refleja un deseo de ausentarnos cuanto antes... cumplir  (o eso creemos) con el precepto de Dios lo más rápidamente posible y pasar a otras cosas que no esperan".

3. Santiguarnos con agua bendita. Si la hay, claro. En tal caso, usar este sacramental e incluso compartirlo con quien viene detrás. No como gesto vacío, sino "pidiendo a nuestra Trinidad que nos purifique y libere de todo lo que podamos traer que, no siendo de Dios, pueda dañarnos y distraernos, para que nos disponga para nuestra cita con Él".

4. Genuflexión ante Jesús Sacramentado. No sólo porque merece ese gesto de adoración, sino porque nos prepara a la importancia de lo que va a suceder minutos después, pues así "estamos reconociendo la permanente presencia eucarística de nuestro Salvador en el tabernáculo de cualquier iglesia del mundo, el mismo Cristo que recibimos en la Comunión".

5. Juntarnos a los demás y situarnos cerca del altar. Es frecuente intentar colocarse en un lugar alejado del resto de fieles, sobre todo si no se les conoce. Y a todos es familiar la imagen de una ristra de bancos vacíos entre el altar y los primeros asistentes. "Es un deber moral ante Cristo -que nos reúne en su casa para compartir su Sacrificio con nosotros sus hermanos- precisamente ponernos cerca de quienes ya estén allí, y a partir de los primeros bancos, alrededor del altar. Tengamos la fraterna cortesía cristiana de reconocer la presencia de los hermanos a cuyo lado nos sentamos... y la delicadeza cristiana de no sentarnos sin siquiera mirar a quien tenemos al lado".

6. Reconocer la importancia del altar. Y, cuando no proceda la genuflexión por coincidir su ubicación con la del sagrario, "nunca dejar de venerarlo haciendo una profunda y pausada inclinación desde la cintura, no simplemente de cabeza".

7. Un examen preparatorio. Para esto es preciso, lógicamente, haber llegado con unos minutos de anticipación. Bastan algunas reflexiones: "¿Cuál es mi motivación?... ¿Traigo conmigo cosas que me abruman o van a distraerme, sean buenas o malas?". Y la más importante: si no estamos en disposición de comulgar, "acercarme al confesionario antes de empezar y quedarme tranquilo con la absolución que Dios me dará a través de su ministro".

8. Vivir conscientemente el acto penitencial. Que no sea rutinario: "Debemos desear sinceramente purificarnos de cuantas faltas necesitemos deshacernos antes de presentarnos ante Dios y así abrirnos conscientemente (nunca recitándolo mecánicamente) a cuantos favores quiera él concedernos, física, emocional o espiritualmente, a través de la Palabra y la Eucaristía".

9. Escuchar atentamente la Palabra. Parece algo obvio, pero es donde las distracciones son más frecuentes. Poyatos realza los porqués de una escucha particularmente atenta: "Debemos desear que lo que el Señor tiene que decirnos a través de sus Escrituras toque nuestro corazón y el de nuestros hermanos... Prestemos a la Palabra la reverente atención que merece su proclamación, y no dejemos que nada ni nadie nos distraiga, que es Dios quien nos está hablando".

10. Repensar la homilía. Para muchos fieles, es una parte de la misa determinante de que ésta guste o no guste. Pero más allá de eso, que no depende del laico, lo que el sacerdote dice lo dice "con autoridad", y por eso siempre es aconsejable, de forma inmediata (sobre todo si se deja un breve silencio para ello), repasar brevemente lo que acabamos de oír, de donde "podemos también sacar una aplicación para cada uno de nosotros".

11. ¡Ojo con el ofertorio! La misa es un sacrificio, y por tanto la ofrenda es un momento esencial. Pero por su ubicación entre la tensión de la homilía y el inminente momento cumbre de la consagración, y porque es donde suele hacerse la colecta económica, "esos minutos pueden convertirse indebidamente en una simple laguna o pausa en mitad de la liturgia, como un breve descanso". Hay que reaccionar para que no sea así, y asociarnos a lo que el sacerdote hace en el altar.

12. ¿Cuánto dar? Aquí Poyatos cede la palabra a quien será (desde el próximo 4 de septiembre) Santa Teresa de Calcuta: "Tenéis que dar hasta que os duela y luego continuar dando hasta que deje de doleros".

13. Arrodillarse (al menos) en la Consagración. "Por medio del sacerdote, ministro y representante de Cristo, va a obrarse el milagro mayor que jamás pudo imaginar la humanidad, el regalo para nosotros cuyo precio fue la muerte en la cruz de Dios Hijo, de Jesucristo, por cada uno de los que estamos presentes: el pan y el vino van a transformarse en su Cuerpo y Sangre, junto con su alma y divinidad, toda su persona. ¿Es que es posible asistir a algo así en otra actitud que no sea de adoración?".

14. Las siete peticiones del Padrenuestro. Es una oración tan habitual que podemos convertirla en intrascendente. Sin embargo contiene elementos suficientes para que, meditada convenientemente (y la misa es el momento perfecto para hacerlo), se convierta en "un buen examen de conciencia", y justo antes de comulgar.

15. Al dar la paz... Vivimos adecuadamente es rito "no solo deseándoles la paz de verdad, sino rezando en ese momento por ellos mentalmente".

16. "No soy digno". Lo decimos antes de comulgar, ¡y es verdad! Por eso Poyatos recuerda el "silencioso recogimiento" previo a ese momento, pues "el fruto que recibamos estará en proporción directa a nuestra disponibilidad y preparación". Y añade incluso que
ese instante es "el único en que debemos aislarnos de los hermanos y recogernos en nosotros mismos".

17. Un poquito más marca la diferencia. "Es bueno, si podemos, quedarse unos momentos en la iglesia después de la Misa, mejor aún en la capilla del Santísimo, ante el sagrario, es decir, con el Señor y con nosotros mismos. Y allí, con Él a solas, tratar de ver qué ha hecho en nosotros esta celebración eucarística, si nos ha afectado en algo".

 Tomado de: "Quédate con nosotros, Señor"  (de Jesús Poyatos)

viernes, 1 de enero de 2016

BELEN DE CUMBRES VALDORRIA 2015

El pasado 29 de diciembre un grupo de catequistas de la Unidad Pastoral fuimos a poner un belén de cumbres en la montaña de Valdorria, justo en el camino que sube a la ermita del santo patrono de León, san Froilán.
Fue una mañana muy bonita; después de ascender oramos ante la imagen del santo, cumplimos la tradición de tocar la campana y ascendemos hasta la cruz. Tras reparar fuerzas con un café caliente, iniciamos el descenso y en el trayecto montamos el belén. Terminamos cantando villancicos con todos los que subían por la montaña. Una experiencia muy bonita.





CUARTO DOMINGO DE PASCUA (B)

 TÚ ERES NUESTRO BUEN PASTOR COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA      Este cuarto domingo de Pascua es conocido como el Domingo del Buen Pa...